Consejos para un “buen acompañar”

A continuación les dejamos consejos que ayudan a acompañar a quien pierde un/a hijo/a tempranamente y un librito en pdf que contiene estas recomendaciones y testimonios sobre el acompañamiento.

 A familiares y amigos que quieren apoyar a mamás y/o papás

que sufren por la pérdida de su guagua.

Consideraciones generales
Situaciones y preguntas frecuentes. Mamás y papás de Amparos

Sabemos que no es fácil estar cerca de alguien que está viviendo un dolor tan intenso. Probablemente tú también estés sufriendo, ya que si estás leyendo esto es porque sientes un gran amor por la mamá o pareja que vive la pérdida –o que se está preparando para ella- y por lo tanto, su pena te llega muy profundamente. Muchas gracias por tu empatía.

Lo primero que te queremos decir es que nada de lo que digas o hagas será equivocado si lo haces con una actitud humilde, amorosa y pensando en quien quieres apoyar y ayudar. No obstante, hay ciertas cosas que son dolorosas de oír y ver, y que no siempre son obvias de evitar. Por eso, como una forma de “guía”, te planteamos algunas consideraciones sobre situaciones que suelen suceder.

 

El no saber qué hacer: es muy normal tener dudas de qué hacer o decir. En ese caso, siempre es mejor preguntarle con sinceridad a la personas que queremos ayudar qué es lo que ella necesita. Preguntar nunca está demás. Y hacerlo las veces que sea necesario. Muchas veces quien pasa por momentos difíciles necesita algo en tiempos distintos a los que uno piensa. Si no sabes qué hacer en ciertas situaciones, sé franco, di “no sé qué hacer para apoyarte, ¿me puedes decir que necesitas? Te quiero ayudar”.

¿Estar o no estar? A veces no queremos incomodar a quien está pasándolo mal, tememos molestarlo con nuestra presencia. Pero muchas veces ella es necesaria. Siempre es mejor estar, siempre. Desaparecer no es una buena forma de ayudar y es algo que ocurre mucho. En caso de que la persona diga expresamente lo contrario (y lo diga de verdad) DEBES estar en los momentos hitos: nacimiento, funeral, entierro, días especiales del duelo. En muchos otros momentos, menos glamurosos, también es necesaria tu presencia. No significa que estés en cuerpo presente siempre; te puedes ayudar de mensajes de texto, carta, e-mails, chats. Es posible que muchos de esos mensajes no sean contestados (hay veces que la pena es muy abrumadora y no hay energías ni para devolver un mensaje) pero todos son leídos y alegran el corazón.

¿Qué debo evitar decir? Es cierto que la muerte de una guagua tan pequeña, muchas veces invisible a la sociedad, puede que no sea entendida por otras personas como una pérdida tan dolorosa. Pero de hecho, lo es. Solo que es una pena que “toca otras teclas” a las de, por ejemplo, la muerte de un hijo/a que pudimos conocer más tiempo. Justamente ese es uno de los grandes desconsuelos: no haber podido conocer a tu hijo/a: saber cómo era su voz, su carácter, sus abrazos. En fin, es un arrebato demasiado temprano. Por lo tanto,

  • Nunca es bueno comparar las penas; hablar de las tragedias más terribles frente a tu amiga/o como queriendo dar el mensaje de “lo tuyo no es tan atroz”. Quizás eso sea muy bien intencionado, pero en momentos de profunda pena lo único que hace es abrir una tremenda distancia entre tu y la persona que quieres apoyar. Es decirle “tu pena no es tan grande”
  • Evitar también los consuelos rápidos o las frases vacías que, aunque son dichas con cariño, puedes ser punzantes. Por ejemplo, decir “todo va a estar bien”, en momentos en que sabemos que la guagua morirá. O bien, “cuando tengas otro/a hijo/a, la pena pasará”, siendo que todo/a hijo/a es irremplazable y por eso nos duele tanto su muerte. Y más aún, evitar dar conclusiones como “es mejor así, que haber tenido un niño/a con problemas” siendo que para sus padres era lo valioso era su vida, no su condición.

¿Qué ideas pueden causar dolor? Las ideas religiosas que asocian el dolor con un envío de Dios, o con una bendición, son muy poco empáticas en momentos en que quien sufre se está sintiendo más bien castigado que bendecido. También la idea de que esta pena tiene un sentido o que es una “prueba” para salir fortalecido o ser mejores, causa mucha rabia, pues quien pierde a su hijo/a daría lo que fuera por no perderlo, prefiriendo no haber aprendido nada de la vida ni ser mejor persona. Esto no significa que quien sufre esta pérdida no le otorgue más tarde un sentido, pero eso no es lo mismo que haberle encontrado a esta muerte un sentido (como si ella lo trajera impreso y nosotros tuviéramos solo que descubrirlo y estar agradecidos por él).

¿Qué actitud es inadecuada? El intentar que el otro esté bien rápido. El creer que “hay que pensar positivo” de inmediato. El hablar de temas similares (la muerte del hijo de X) delante de quien ha pasado por una de estas experiencias, haciendo como si esta persona no estuviera. Creer que siendo superficial o livianos, las penas pasarán desapercibidas o se aliviarán un rato; eso no siempre es así. Intentar “hablar de otras cosas” y de “tonteras” cuando aquella persona preferiría profundizar en su proceso interior, hablar de lo que le ocurre, de sus miedos, sus inquietudes. Piensa que ella, esa persona amiga o familiar, a quien quieres ayudar, va volver a reírse y a estar bien algún día; no te apures en que así sea. Quizás no será pronto y siempre habrá temas que serán serios para ella. No te esfuerces en que no sea así. Probablemente así será y es natural y sano que así sea.

Entonces, ¿qué hacer? Hay muchas formas de mostrar amor y ayudar. Puedes hacer todo lo que se te ocurra. Solo recuerda que no debe ser lo que a ti te acomode, sino asegurarte de que sea lo que la otra persona necesita. Ábrete a aprender con ella, todo lo que se aprende de la vida en estos momentos. Sufre con ella, y verás que luego podrás estar alegre con ella también. Escúchala, dale ánimos, dialoga sin sacar muchas conclusiones.

Se, más que nada, oreja.

Frases o concepciones equivocadas sobre el dolor
Denisse Ortiz, psicóloga y mamá de Antonia

Algunas frases o concepciones erróneas a las que muchas veces suelen enfrentarse los padres que han perdido un hijo durante la gestación o al poco tiempo de nacer.

“Era solo un bebé, el sufrimiento será menor”; equivocadamente se tiende a pensar que por no haber vivido mucho tiempo junto a un hijo o hija el dolor será menor; probablemente el proceso sea un tanto distinto al de otras pérdidas pues se carece de recuerdos o situaciones compartidas, sin embargo esto, unido a los sueños truncados e inconclusos, lo convierte en un proceso que debe ser tan entendido y respetado como en los otros casos. El amor de los padres y el sufrimiento no puede medirse según el tiempo que se estuvo junto a los hijos.

“La madre sufre más que el padre”; no se puede cuantificar el dolor. Ambos sufren, tal vez, de formas distintas. Incluso muchas veces el rol del padre es aún más complejo e ingrato pues socialmente se le exige mostrarse “fuerte” para contener a la madre.

“Ya han pasado meses, deben superarlo”; quienes han pasado por esta experiencia, deben poder tomarse el tiempo necesario para aprender a vivir con esta realidad, ya que es un suceso que no se supera, solo se acepta y reconoce como parte de la vida. El tiempo que transiten por este camino es indeterminado e incuantificable y dependerá del contexto y las características personales, entre otras cosas.

“Ya se ven bien, lo han superado”; el recorrido por este camino conlleva avances y retrocesos, por lo tanto ver sonreír o disfrutar a los padres en duelo no representa la superación del dolor y a su vez el llanto no significa que siempre necesiten ayuda psicológica o psiquiátrica.

“No hay que permitirles hablar mucho del tema”; por el contrario la mejor forma de ayudar a los padres en duelo es permitirles hablar y expresar sus sentimientos, sin juzgarlos o intentar mitigar el dolor con frases o palabras de consuelo. Generalmente aunque ellos no lo demuestren, el dolor de la pérdida los acompaña, por lo tanto tocarles el tema no es poner “el dedo en la llaga”, es más bien permitirles desahogarse y en definitiva, avanzar.

“Ya podrán ser padres nuevamente”; esta frase suele manifestarse como una forma de entregar consuelo a los padres, sin embargo, es posible que éstos sientan que se está minimizando los alcances de la situación por la que atraviesan. Además, jamás un hijo remplazará a otro y por el contrario, si los padres aún no están preparados para un nuevo embarazo, este podría aumentar la ansiedad y angustia. Por ello, no deben ser presionados, solo ellos sabrán cuando dar este paso.

Muchas gracias por tu apoyo y ante cualquier inquietud, no dudes en escribirnos.

 

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